lunes, 7 de febrero de 2011

Yo amo la corrupción

Quiero decir a todos, que amo la corrupción, me gusta la corrupción, defiendo la corrupción, porque sin ella, no es posible un acto revolucionario, no hay manera de que ocurra una revolución. Mucha gente pierde masivamente el tiempo en atacar la corrupción, si sacáramos la cuenta de la cantidad de horas hombre y mujer que se invierte en condenar la corrupción, no nos alcanzarían las computadoras del planeta para la sumatoria; si ese mismo tiempo lo utilizáramos en hablar de la revolución, tal vez hubiésemos avanzado, de manera masiva en el cambio, en la transformación de la sociedad; pero todo el día vivimos condenando la corrupción, maldito corrupto, que se roba la plata, que no me da la comida. Veámoslo por donde lo veamos, eso le hace muy poco favor al proceso de cambio.

En cinco mil años, la corrupción nunca ha tenido solución; sin embargo ha sido el problema fundamental, planteado por las sociedades en la historia humana. Conozcan ustedes el código de Hamurabí, la Biblia, córtale la mano, sácale el ojo, córtale los dedos, mételo preso, fusílalo, apedréalo, y ¿hemos acabado alguna vez con eso? ¿Existe una sociedad, un modo de producción, que hace eso posible?

Lo que hace que se produzca una revolución en el mundo es el proceso de corrupción de un sistema, se hace evidente, luminosa. Hoy una gran mayoría de personas, no tiene la misma valoración de un obispo, un cura, un cardenal, que la que tenían hace once años, porque la luminosidad con que fueron vistos en el golpe de estado, del doce de abril del dos mil dos, fue tal, que aquella imagen impoluta de un cura, que se supone te da la bendición, que te protege, que te lleva hasta la muerte, aquello sagrado, aquello bello, de repente se desvanece, cuando ves a los tipos, celular en mano, diciendo, yo si soy adeco y todo el mundo lo escucha y ve por televisión, o al otro como cardenal, llamando a un militar. Aquel escondrijo de la realidad, que habita en los cuentos de curas maricos, de monjas putas, que aun cuando es real, se oculta como un secreto a voces en la cotidianidad del pueblo que somos, se pone de manifiesto ante todos, ya no sólo son pedófilos o borrachos o tragones; también le meten a la dictadura, cuando ven que sus intereses son tocados.

Entonces todo aquello con lo que nos metían miedo para que respetáramos a la iglesia y por supuesto a sus representantes, so pena de pasar toda la temporada de la muerte en el infierno, hoy ya no genera el mismo miedo a los curas, hoy, producto de la revolución, ya sabemos quienes son y lo que representan. Hoy dudamos de la supuesta sabiduría de Rafael Caldera, cuando en un botiquín se hablaba de política y a un simple mortal se le ocurría criticar a Caldera, enseguida saltaba alguien y le decían, un momentico, el doctor Rafael Caldera, es el presidente más sabio que hemos tenido, como será que dio un discurso en inglés en la ONU; resulta que cualquier persona de conocimientos elementales, como saber leer y escribir, podía estudiar inglés, en una academia y ponerse a dar clases de inglés, no se requería ser sabio, para aprender un idioma impuesto por el imperio del poder al mercado mundial. Hoy sabemos que fue un vulgar presidente, que contribuyó a destrozar al país, a entregárselo por pedazos a cuanto extranjero llegara con poder; ese proceso corruptivo del sistema, se nos volvió luminoso, todo está como en una vidriera muy pulida, ahí vemos a los políticos, vemos a los artistas, ya no es Marcel Granier, aquel señor, que se paraba en “Primer Plano”, a ponderar de lo bueno y de lo malo, ya Marcel Granier, es un tipo que camina igual, come igual que cualquier persona; todos los mantos sacros que le rodeaban, dando la imagen de grandes señores con derecho a mandar, hoy sabemos que eran de mentira, que su sabiduría, se reducía a la administración del poder sobre los demás, todos los políticos del partido que fueran, o los que se mencionaban independientes, nos dimos cuenta que eran vulgares tipos, que andaban buscando, un cargo por aquí, un cargo por allá, el del Mas, el de Podemos, el de Quinta República, nos fuimos dando cuenta que los de izquierda y los de derecha eran los mismos; eran igual que nosotros, andaban en la misma búsqueda, en el mismo deseo de poder, en que andábamos nosotros.

En el proceso corruptivo acelerado que hemos sufrido en los últimos cuarenta años (la corrupción siempre ha estado presente, pero era controlada por los resortes coercitivos del poder, pero a estas alturas, no es posible contenerlo, porque toda la sociedad se volvió corrupta) todos descubrimos algo que era muy importante, que para comprar y obtener beneficios, lo que se necesita es plata, no trabajar, no es trabajando como se obtiene la plata para el consumo excesivo, la gente descubrió que es robando, que es la mejor manera de obtener más plata, por que cuando tú vas a la tienda, al centro comercial, no le dices al tipo, te cambio estos zapatos, por esta bandeja, vas con una tarjeta, o con un cheque o con dinero en efectivo y el tipo te entrega el objeto y tú le entregas el dinero, el tipo no te pregunta, ¿eso te lo ganaste haciendo zapatos o como carpintero? no te pregunta nada de eso, porque a él lo que le interesa es la plata, nada más que la plata, toda la sociedad descubrió que es robando como se obtiene mayor beneficio, mayor cantidad de objetos; obviamente ese proceso de corrupción, nos conduce a una revolución, si ya sabemos todo eso, en la sociedad que se construya ¿se permitirá que los niveles del poder existan? Por ejemplo vas a construir una sociedad vertical? ¿vas a construir una sociedad para la guerra? ¿Vas a construir una sociedad donde se explote a los trabajadores sean hembras o varones? ¿Vas a construir una sociedad, donde los privilegios existentes, en la iglesia, en la escuela, en el ejército, la fábrica, la junta, el condominio, el consejo comunal, la asociación de vecinos, persistan?

Por ejemplo, los pobres no somos un problema, pero todo el mundo ataca el problema de la pobreza, cuando somos una consecuencia. A nosotros nos produce la máquina capitalista. Una vez nos produjo, la máquina feudal, antes nos produjo la máquina esclavista, veámoslo desde miles de puntos de vista, tantos como persona somos, veamos el problema de transformarnos en la sociedad, desde millones de forma de ser, no nos encajonemos, no digamos que el socialismo es como dijo Bolívar, o como dijo Marx, o como dijo Lenin, o como dijo Mao, o como dijo el Ché Guevara, o como dice Fidel, o como digo yo, o como dice Chávez, nosotros los pobres, no podemos ser loros, porque nos cuesta demasiado la vida, para no tener sentido común, nosotros tenemos que pensarnos, porque tenemos la capacidad de construir otro mundo, porque somos los únicos que trabajamos, porque somos los únicos que sabemos hacer arepas, empanadas, hacer muebles, carreteras o caminos o hacer pintura o poesía o música. Somos los pobres, porque usted no conoce a ningún rico, que haga música y que pinten y que haya hecho arte, se hacen rico con el arte sí.

Estamos en un tiempo, en donde los pensadores colectivos, deben tornarse en provocadores cerebrales, lograr que la gente se moleste desde el cerebro, por que el cerebro está muy oxidado, con mucha ideología, son muchos pegostes ideológicos. La religión, la escuela, el consumo, la televisión, son pegostes que tenemos, porque no son pensamientos elaborados. Desde que nacemos nos van llenando de cosas inconexas, que todas nos conducen a trabajar y a consumir, pareciéndonos lo más natural, pero la realidad es que ese proceso, no nos permite ver con claridad los fenómenos de principio a fin y sacar conclusiones acertadas; si logramos colectivamente, crear sistemas para analizar con precisión y desnudar los parámetros sociales que nos dirigen, entonces, se puede violentar la dictadura del pensamiento único; ejercido por la cultura capitalista.

Provocar, para que despierte el cerebro y el cuerpo se sacuda, la enorme fuerza de la costumbre, es importante, porque ése engrase nos pone a funcionar, claro que en los inicios, por la falta de hábito, se generan molestias, pero eso le ocurre a la mayoría de las personas, al final terminamos pensando que debemos pensar y eso es lo importante.

Todos queremos que la corrupción, se acabe, que el ministro no robe, que el portero te abra la puerta, que la señora de mantenimiento limpie, que tapen los huecos, que no se cojan la plata del presupuesto, en fin que administremos bien al capitalismo. Atacamos el Estado desde el entendido, que es él quien debe resolver el problema de la corrupción, pero no vemos al sistema Capitalista, quien se basa fundamentalmente, en la apropiación de plusvalía producida por la mano de obra, el sistema se sostiene en el robo, de él depende, nada podría ser sin el robo, la acumulación de riqueza sería imposible sin el robo inicial de la plusvalía, la corrupción entonces tiene dos parte el que corrompe y quien se corrompe, son necesarios ambos polos y los mismos totalizan a la sociedad, nadie queda por fuera. Es entonces la corrupción el menor de nuestros problemas, inclusive no es el problema, es más bien nuestro punto de partida para construir una sociedad distinta.

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