lunes, 7 de febrero de 2011

La otra casa

Cuando ves todas las casas que se han hecho en la cultura capitalista con su carga de miedo, de hambre, de ignorancia, de rabia, de odio, sean estas las de los ricos hechas por los pobres, sean las de la clase media, hecha por los pobres, o sean los ranchos donde vivimos los pobres, también hechos por los pobres; son casas con secretos, con seguridades, casas privadas, casas de y para el sostén de la cultura capitalista, la competencia, la acumulación, la formación del individuo, en los valores capitalistas; de explotar o dejarse explotar, en fin, casas para reproducir a su célula fundamental, la familia.

Si de algo estamos seguros es que la casa en el socialismo no debe ser eterna, debe variar, adaptarse siempre a las nuevas generaciones, debe ser derrumbada o desaparecer, cuando así lo desee naturalmente la gente o cuando ya la gente no esté, eso nos indica que los materiales deben ser fácilmente desmontables y precederos en el tiempo; sin convertirse en estorbo o contaminante; su elaboración, extremadamente sencilla, en donde deben participar, desde las niñas, hasta los ancianos.

En su construcción debe participar toda la comunidad, no puede ser individual, debe ser colectiva, respondiendo a la comodidad, salubridad, bienestar; no puede ser gallinero, para estar montados unos encima de otros, no puede ser vendible, ni comprable, porque se considera un bien colectivo.

Vamos a estudiar las cosas. En las grandes ciudades o a las orillas de las autopistas, usted ve unas hermosas construcciones, de barro madera y paja y usted entra y son agradables, frescas, suaves a la vista, no agreden como las construcciones de cemento y a su alrededor unos camionetones, unos carros, que cuestan un ojo de la cara, son de personas con dinero, que están comiendo y bebiendo cómodamente, pero resulta que usted no puede hacer una casa de barro, con techo de paja, porque enseguida, lo catalogan de rancho miserable. En el trópico estamos obligados, por razones energéticas, estéticas, de salud, clima, economía, ecología, a pensar las casas; en el trópico las casas tienen que ser de barro, paja y madera, con el cemento y la piedra en lo necesario; donde no haga daño; cualquiera dirá, pero es que el barro y la paja traen y alojan animales e insectos dañinos, se caen con los terremotos, el agua las daña fácilmente, todos son argumentos valederos y tienen razón, en tanto que eso corresponde a una condición miserable de la construcción, pero veamos ¿Cómo es que los ricos pueden comer cómodamente en esos sitios, y no los dañan los insectos y los animales? Simple; la razón: lo bien construidas que están, se estudió la luz, el paso de los vientos y las protecciones contra insectos, en los lugares necesarios se hizo un buen replanteo del terreno, se hicieron los desagües correspondiente, se ampliaron los corredores. ¡Que se caen con los terremotos! ¿y los edificios y la cantidad de urbanizaciones y barrios de hierro, vidrio y cemento que se destruyen con la ya consabida cantidad de muertos y heridos en las grandes ciudades? Si contabilizamos los muertos producidos por uno y otro modelo, creemos que el premio mayor se lo lleva la construcción y arquitectura de la cultura capitalista. En la arquitectura socialista se debe tomar en cuenta el tamaño de las construcciones, una casa de adobe como las de Tinaquillo, Valencia, Caracas, hechas en la época de la colonia, unos monstruos, con unas paredes que se hicieron para la guerra, entonces necesitaban una pared que no le entrara una bala de cañón y los volara. Por supuesto que una casa hecha con esos miedos, primero es muy cara, es imposible de construir sin esclavos y cualquier movimiento sísmico la destruye, eso es obvio, como destruye cualquier edificio, y claro, se te cae un techo de tejas muy pesado, obviamente que te va a matar igual que te cae una platabanda encima; en cambio es más difícil que te joda la vida un techo de paja, una pared de abobe, con el diseño que hemos hecho, aunque debe profundizarse el estudio sobre el comportamiento del barro y desarrollar tecnologías para su procesamiento de manera sencilla. Esos datos que niegan la posibilidad de trabajar estos materiales y esa arquitectura, están signados en las mayorías; por el hambre, el miedo y la ignorancia; pero en los dueños por la mera ganancia. El barro no produce plata si está en manos colectivas.

En el socialismo, debemos prepararnos para convivir con la naturaleza, siendo y considerándonos parte de ella; el movimiento sísmico no hay ningún problema ¿Quién puede pelear contra un sismo? lo único que puedes es minimizar los daños que te causará, un maremoto, un huracán, una vaguada, un desborde de río, ¿Cómo evitarlo? estudiando, tomando conciencia que no puedes pelear contra la naturaleza; tú tienes que adaptarte a la naturaleza, por que la naturaleza no es tuya, eres parte de ella, eres ella, tú no tienes por que pelear contra ella, por ejemplo si en esta zona pasa un río y decidimos construir en sus orillas entonces debemos estudiar de dónde viene ese río, cuántos años tiene, por dónde pasaba antes, los ciclos de sus crecientes; para poder radicarte o realizar las labores que has pensado; de esa manera, evitas todas esas tragedias que por ambición ha creado y produce diariamente la cultura capitalista. Ahí tienes el Golfo de México, China, Paquistán, Haití, la vaguada de Vargas, las constantes tragedias, ocurridas todos los años, en los barrios de las grandes ciudades o en los campo del país, todo eso se pudo haber evitado (no los movimientos naturales, sino los asentamientos) si viviéramos en una cultura que acepte a la naturaleza como lo fundamental.

Lo que el poder ha construido hasta ahora, está sostenido sobre un modo de producción esclavo, donde la energía gastada no le pertenece, por tanto no la valora; es un modo de producción, que por su característica es depredador, es invasor, es sometedor; un modo de producción que acabó con la Biosfera, la Litosfera y contaminó la atmósfera.

La concepción humanista de que el planeta nos pertenece y por tanto debemos dominarlo, de que somos una especie exógena a la naturaleza, la creencia de que la vida sólo es si estamos nosotros, todos esas ideas que superponen a los seres humanos sobre todas las demás especies, es un estado de inconsciencia que debe ser trascendido, es imposible crear un modelo de producción distinto al que actualmente conocemos si primero no nos asumimos parte de un sistema, que se llama vida, que pertenecemos a y no que somos dueños de, partiendo de esa lógica, la construcción de una casa ya no sería un problema a resolver sino la resultante de un pensamiento, que comprende que el diseño de la misma debe ser la continuación de la vida en un planeta.

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