lunes, 7 de febrero de 2011

El grito de una sociedad enferma

Los pobres como clase, en este tiempo revolucionario, tenemos que luchar contra las fuerzas que se oponen al cambio; y en paralelo crear o proponer, la otra cultura.

Por ejemplo, el grito de una sociedad enferma está reflejado en el hip hop, con sus tremendas letras (me refiero al hip hop que se entiende en el cambio que asume su grito, desde el saberse jodido; no el hip hop chatarra que se vende por lo que sea), porque el tipo está diciendo, mira como me escoñetaron la vida, ahora, él no sabe quién se la desbarató, él cree que fue dios, la mamá, el papá, pero no se ubicó, en aquel momento, en pensar que hay un sistema que lo volvió trizas (porque la conciencia primero se manifiesta por lo que se siente, de ahí el grito, luego se transforma, en la medida en que se descubre, dolor colectivo) es después de trajinar su grito que descubre que no es su grito, sino el grito de todos, el grito de toda la sociedad pobre, pero tú no puedes convertir toda esa basura, todo ese grito, en lavar la cara del sistema y decir que bello es ese grito. Ese grito no es bello, porque no puede ser bello el dolor, el hambre, la carencia en general, las frustraciones, el abandono, como no fueron bellos los gritos del rock en los cordones industriales de Inglaterra, Estados Unidos, ni el blues, ni el jazz, ni el tango, ni el bolero, ni la ranchera, ni el pasaje, ni el vallenato; ni toda otra expresión artística, nacida de las carencias y la tragedia; claro, que una parte del grito se aliena y se vende y la que no, es perseguida y sometida por distintos medios; como la expresión del jipismo, que fue llenada de drogas y uno de sus máximos exponentes, John Lennon, fue asesinado por la CIA; porque definitivamente el tipo había cruzado el umbral de lo farandulérico; para convertir el grito (el dolor) en conciencia, y eso no lo podía permitir el poder, porque la verdad, le es corrosiva, atenta contra sus planes.

Pero como “los pobres también somos arte” dentro de nuestra tragedia, sobran los carajos que vivan de nosotros, es esa cantidad de cantores que cantando una vaina, que llaman la canción necesaria o protesta, o revolucionaria, los ves exigiendo que los reconozcan, al igual que los extranjeros en vez de pedir que los extranjeros, vengan de gratis, en condiciones sencillas, a cantar, a compartir la experiencia maravillosa de vivir una revolución, (no por ello agradable) pero en vez de hacer esto, su falta de conciencia y la exaltación de sus egos, los convierte en pedigüeños, y piden lo mismo que exigen los extranjeros. Entonces ese grito no es real, es ficticio, es sospechoso, es copia, es panfleto, y con él traficas, para vivir de eso. Esa es la misma conducta del traficante de drogas, el vendedor de armas, el falsificador de títulos “profesionales”, o el que lo emite por vía académica que es decir lo mismo, porque estás traficando con la más rancia miseria, y hay gente que confía en la palabra, que estas emitiendo y por tanto también confía en quien la emite.

Ahora bien, si se critica esa conducta, entonces es condenado quien critica, pero es la realidad, la que está diciendo: si un carajo que canta, baila, pinta, escribe, de revolución, cobra, igual que el que promueve la propaganda comercial, ¿qué lo hace diferente a los modelos que promueven la cultura capitalista? Esas son discusiones que debemos promover. Hay un grito que se enajena y te enajena, hay una gran industria que vive del dolor, lo han hecho con el pasaje llanero, con la ranchera, con el tango, con el bolero, con el vallenato, además reproduce ese llorerío, ese despecho: que me botaste, que me dejaste, que estoy sin trabajo, que estoy jodido; porque es una canción, que te toca la nostalgia que cargas en el cuerpo. Esa es una parte, pero la industria también sabe apropiarse, de Calle Trece o Silvio Rodríguez o el hip hop.

Hay gente que desenvolviéndose en ese mundo del arte del sonido, cree que desarrollando toda la cadena productiva, él resolverá algo, por ejemplo, produce disco, tiene una radio, distribuye, canta y tiene una agencia de espectáculos, aquí hay un ciclo, ahí el pasaría a ser un centro de información, pero resulta que a la larga, esos que hacen esa tarea, tienen que comer, vestir, cumplir con el ciclo de consumo, tienen que empezar a vender, no les queda de otra, porque los tipos, no están conectados a otro nivel de la producción, inocentemente empiezan a reproducir, tú tienes que ser albañil, tú tienes que ser carpintero, tú tienes que vivir de algo, (lo que decían ayer del poeta, ¡ah! el es poeta, ¿y de qué vive?) porque en aquel momento, en que tú inviertes en la industria, ya te volviste la puta de la partida, porque si tú no estás sembrando, tú no estás pegando bloque, tú no estás haciendo herrería; si tú no estás haciendo lo que tienes que hacer, tienes que convertir el canto-grito en una industria, de la que pasas a vivir, y por tanto tienes que maquillarlo, y ponerle faralaitos y operarle las costillas y las tetas, para que se vea bonito, de acuerdo con el mercado.

Nosotros somos ego, fuimos construidos como ego, puede ser que tengamos un nivel de conciencia. En las discusiones que hemos tenido, decidimos no voy a cobrar por esa mierda, yo no voy a vender el grito, ahora voy hacer otra mierda, me voy a convertir en un activista político desde el grito mismo. Hay gente que lo ha hecho originalmente, tenemos el caso de Alí Primera. Pero cuando tenemos al grito o expresión artística como el objetivo, si uno ve eso como un objetivo, entonces estamos jodidos, por ejemplo, el rap no es el objetivo, el rap es la herramienta, el objetivo es otro. Bueno voy a concluir la idea: ¿Cómo resolver un problema que nos quita el tiempo que jode?, porque la gente puede saber mucho de política, pero la gente no te para bolas, si no tiene con que comer. Hay una vía, que a mi me parece, que nosotros nunca hemos tocado, que es que colectivamente, podemos producir para comer, lo puedes hacer y que te de tiempo para hacer la labor política, claro, que para esa vaina, tenemos que llegar a una convicción, que el zapato que cargues, que la ropa que te pongas, no puede ser determinado por la marca de moda, que sea sólo para cubrirte, porque la sociedad te exige esa convención social, eso evitaría trabajar tanto y mejor aun, se puede hacer colectivamente. Hacer ese experimento, la posibilidad de ser muy elemental, muy sencillo, nos reduce las horas de trabajo, entonces esas horas, que decidiste como cuerpo, no entregárselas al capitalismo se las dedicas a ese actuar político, a la guerra, (porque nos obligan a guerrear), estamos en una guerra de clase. La gente vive en el capitalismo, en el capitalismo no puedes hacer guerra sin cuartel, tienes que tenerlo. Imagínate, un gentío consciente, con cuarteles en todo el país; investigando, experimentando, propagando el grito, desde el arte como herramienta.

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