lunes, 7 de febrero de 2011

La historia o cómo deben desaparecer las clases

Hay problemas que son nodales para nosotros, se nos sigue remachando la conducta colonialista, por ejemplo, con el problema de la historia y de la geografía, hay gente que sigue discutiendo con la derecha: si Guaicaipuro existió o no existió, si Guaicamacuto era arrecho, que si medían tres metros, que si eran chamanes o no, que si reunieron a cuarenta, veinte, treinta mil carajos en guerra, sin comprobar la certeza de tamaño disparate, sin preguntarse, qué modelo de producción existía para la época, que permitía la existencia de tanta gente; lo peor de todo, es que lo hacían desde la óptica o el método de análisis marxista, (pobre Marx, que ha servido para que los académicos vivan cómodos a costillas de él) y nada de eso tiene certeza; esa son historias, que en definitiva las está escribiendo la misma academia que escribe para la derecha y que escribe para la izquierda. Los Archivos de Indias, es la misma academia, no es otra, es de los españoles, los Archivos de Indias no son nuestros, por muy de izquierda que seamos, vas al Archivo de Indias y terminamos siendo Los Agustín Blanco Muñoz, de siempre, que al final, le da igual ser de derecha, que ser de izquierda, un día estás defendiendo negros, estás defendiendo indios y al siguiente eres el defensor de los blancos de este mundo, siendo negro, como Agustín Blanco Muñoz.

Necesitamos crear un mecanismo o unos mecanismos, que nos permitan estudiar creativamente la historia, porque la metodología conocida no puede ayudarnos, sólo ha servido (y no hablamos del tránsfuga de Agustín, sino de gente amiga que de buena fe, ha creído en esas metodologías y ha terminado mancada en el cerebro, por las universidades) para acentuar la esclavitud, necesitamos una metodología, que nos permita explicar, desde el ahora, la historia de la explotación en estos territorios, que nos permita comprender el papel que nos toca jugar.

La historia es un arma que necesitamos saber manejar, su lectura es una técnica, a los trabajadores, por mucho que uno quiera estudiar, nos cuesta, porque no tenemos el hábito, apenas medio aprendimos a leer y a escribir, no es sencillo que nos enfrentemos a un libro escrito con criterios académicos, porque siempre estaremos leyendo otros libros, que nos expliquen, el que supuestamente dice todo. El otro problema es el tiempo: a los obreros y campesinos, hembras o varones, el tiempo siempre nos falta, porque está dedicado al trabajo, estamos obligados a luchar, para que el patrón nos devuelva horas de la plusvalía, porque el gobierno, planifique en sus fábricas e industrias el estudio de la realidad, que nos den el tiempo, no que nos reduzcan la jornada, sino que ella sea planificada en la fábrica, como escuela y trabajo: estamos obligados a crear otro lenguaje, otros códigos, que nos permitan comprender los hechos, por ejemplo toda la historia está escrita, dibujada, pintada, cantada, visualizada, esculturizada, arquitecturizada a partir de la valoración del individuo, en todos los bandos enfrentados, jamás se coloca, en primer plano, a las fuerzas actuantes, las que hacen posible las revoluciones, sino que todo se explica, como consecuencia de los intereses particulares, de los dioses o individuos que “transforman” la historia, sus rabias, sus sometimientos, sus odios o sus “valores superiores”, que conducen a las grandes mayorías, a darle la gloria que el dios o individuo detenta, sin que nadie se la dispute, como no sea otro dios o individuo. De allí que en nuestra historia tengamos héroes como Guaicaipuro, Guaicamacuto, Tiuna, en las mismas dimensiones que Cristóbal Colón, Diego de Lozada, Garci González da Silva, y toda la caterva de asesinos y ladrones que están en las plazas en forma de estatuas o placas, en todo el país.

Necesitamos una historia que valore lo colectivo, estamos obligados a escarbar los escondrijos donde ha sido ocultada por la historia oficial la verdadera historia, porque la que conocemos está cargada de medias verdades, que es la mejor manera de mentir y sostenerse en el poder.

El dibujo y la historieta, es fácil de usar, podemos empezar por ahí, hasta que le agarremos el gusto a la lectura y a la escritura, después nos entusiasmarán los libros (siempre y cuando no sean como los que se editaron en el Ministerio de Cultura, en donde no sé si de buena fe o en la creencia de que somos brutísimos, editaron libros explicados, como el Don Quijote de La Mancha) en donde podamos descifrar los vericuetos de la lucha de clases, de una manera amena, profunda, pero sin remilgos ni adornos de intelectuales que no tienen nada que decir y se valen del palabrerío hueco, que sólo sirve, para engatusar culebras; lo otro es que tiene que tener nuestro propio lenguaje, un primer guión debería contener una idea general de la otra historia, para después rellenar entre todos, ojala todos lo intentáramos, pero por ejemplo, eso no podrá ser para exaltar las bondades individuales de por ejemplo, los héroes patrios o los antihéroes, eso no tiene que ver, con si quieres mentarle la madre a alguien en particular, sino en tomar en su conjunto y explicar la cultura capitalista y la necesidad colectiva, que tenemos de salir de ella.

Por ejemplo la historia del pueblo venezolano, si nosotros contamos la Guerra de la Independencia a partir del Bicentenario y los individuos que aparecen destacados, estamos es exaltando y remachando, como únicos participantes, a la clase burguesa, porque los beneficiados de esos hechos, son los burgueses, aun cuando desde los pobres actúen otros individuos, que al ser destacados afirman la historia de la burguesía, de los poderosos. Si nos seguimos vendiendo esa historia de los individuos y no exaltamos el papel de las mayorías en los procesos históricos actuales, entonces vamos a seguir creyendo, a seguir sintiendo la necesidad de un maldito rey Fernando, es decir, si no tengo un jefe, no funciono.

Debemos recoger, recrear, contar la historia, con conciencia de lo colectivo, sin salvar las miserias que nos hicieron ser lo que somos. Si nosotros nos ponemos a rescatar héroes, entonces los negros tienen sus héroes, los indios sus héroes, aquellos sus héroes, las mujeres sus héroes, en fin terminaríamos combatiendo héroes pobres, contra héroes pobres.

Está bien, esa historia ocurrió, pero resulta que esa historia en definitiva, si bien nosotros pusimos los muertos, no era nuestra historia, es la historia de la burguesía hermano, porque si Boves por ejemplo, no lo hubieran matado, hubiese triunfado, igual la burguesía se cogía todas estas tierras, tal y como lo expresan en el acta de independencia, porque nosotros los proletarios, no teníamos en ese momento conciencia, ni instinto de clase, como para tomar el poder y construir una cultura, en donde la explotación, no fuera el mecanismo que permitiera la acumulación de riquezas y obligara, a la aparición de una nueva clase social en la historia, como lo fue la burguesía, que era, desde Europa, la clase que tenía conciencia para sí, era la clase que estaba naciendo de la revolución, surgida en el seno de la sociedad feudal europea, pasara lo que pasara, porque simple y llanamente esa no era nuestra historia, aun cuando contribuimos masivamente a que ella ocurriera, no era el tiempo histórico, en donde estamos obligados a deshacernos, de jefes y a seguirnos a nosotros mismos en el detenernos.

Es distinto el hoy. La única clase, en la revolución de este tiempo llamada a fortalecer los cambios, somos los pobres, porque somos los únicos que podemos comprender, que con nuestra desaparición, desaparecerá la explotación y podrá, a partir de la conciencia, generarse otra cultura, la que ha de ser potenciada por los hechos colectivos, sobre todo porque el capitalismo entró en la etapa de la repetición, permitiéndonos analizar con tranquilidad, la película; descubriendo sus detalles y el como fue realizada.

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