lunes, 7 de febrero de 2011

El corazón no es una máquina

Ahora estamos detenidos, con más miedo, ignorancia y hambre que los ancestros. Por hambres ancestrales, la ignorancia nos conducirá a comernos la semilla y con ello, vendrá lo que tanto se ha temido.

En esta revolución planetaria, donde todo está muriendo, también estamos pariendo un mundo, lo distinto, lo que no se puede nombrar, ni calificar, ni señalar, si no cuando ya sea.

Todo término como, revolución, cambio, transformación será cuestionado por los hechos.

Nada es pacífico o violento, es diferente, señalará sus propios hilos y necesidades; su ética no se corresponderá con nada de lo conocido.

Es cierto que en el pasado, la historia del planeta la signó la lucha de clases, siendo su rasgo distintivo la violencia como sistema de cambio. Ello obliga a rasguñarnos el cerebro, a torcérnoslo, porque se requiere pensar, ya no como acumuladores de poder, sino como eliminadores de poder, ya no como constructores del mundo preconcebido, sino como inventores de lo distinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario