lunes, 7 de febrero de 2011

La mitad de la calle es el lugar exacto de este decir

Individuas e individuos, agremiados o no, Gremios de todos los signos, símbolos, colores, oficios, religiones, intereses, militantas y militantes de cuanto partido de pensamiento único ha parido este universo; filósofas y filósofos de cuanta creencia ha querido explicar y justificar la hijoeputés del trabajo esclavo; científicos y científicas, alabantes de la narco guerra y los laboratorios traficantes de la enfermedad y el hambre; usuarios y usuarias de todo tipo de vainas u objetos; adoradores y adoradoras de cuanto fetiche tiene este mundo; compradores y compradoras de cuanta mierda se vende y se compra en este planeta copado por la cultura capitalista.

Por medio de este escrito inicial queda advertido, que todo aquel que entre a este libro creyendo que es una alabanza al gobierno y sus hechuras, será atropellado por una gandola de setenta y dos ruedas y le serán escachapados los dientes y la lengua. Pero si a ustedes, sean quienes sean, se les ocurriera, despotricar, maldecir y culpar de todos los males habidos y por haber al comandante Chávez y sus hechuras, entonces a ustedes les ocurrirá exactamente lo mismo que a los anteriores, pero por partida doble, porque este libro no nació para el ejercicio de prácticas chismosas, perpetuadas en miles de años de la existencia de las culturas poderosas. Este libro no busca corregirle la plana a nadie, no es una receta, no es una solución, sólo es una interrogante que nos hacemos como parte de un pueblo que tiene quinientos años de vivir pensado por otros y que considera que en tiempos revolucionarios debemos y estamos obligados a ser nosotros.

Este libro no está pidiendo ni proponiendo soluciones mágicas, ni mucho menos quiere recargar de trabajo a quien con su equipo tiene la tarea histórica de coordinar el entierro de la cultura capitalista y nosotros acompañarlo con pico, pala, corazón y conciencia para acelerar el entierro de lo fallecido.

Las conversas realizadas y resumidas en este libro son el producto de quinientos años de los pobres no pensarnos colectivamente. Buscamos, sí, desprendernos de todo ese boato de los intelectuales académicos o no, que en este planeta sólo avalan el hacer poderoso, justificado en el conocimiento que sirve a la explotación. Y no estamos hablando de un bando o de otro, de una ideología o de otra, a todos los estamos metiendo en un mismo saco, porque todos provienen de allí, de la misma raíz que originó a la cultura capitalista.

En estas letras expresamos con toda claridad la necesidad de someter a la hoguera revolucionaria todas las ideologías, todas las filosofías, y las que salgan fortalecidas nos servirán para construirnos como pueblo.

Aquellos que desde la excepción crean que ellos no, les diremos que también, porque la honestidad no es un hecho de uno, es de todos o no es. Porque el uno es la muestra bien pagada para el engaño de las mayorías empobrecidas.

Este libro estará al servicio de todas aquellas personas, que reconociéndose culturalmente capitalistas, están intentando un desprenderse de esta cultura, y de todas las ideologías existentes, gente que busca en su proceso de separación, la soledad para encontrarse con las demás personas, gente que se restriega el cerebro, que se despegosta la miseria mental, que se estruja las ideologías para deslumbrarse, para encandilarse, y con su gaguería, con su torpeza de recién nacido, salir con todo el cuerpo desnudo al encuentro del arte, y nos referimos al asombro en colectivo, no de lo que sirve a las putas y putos para venderse al mejor postor en nombre de sus copias aprendidas en escuelas de maestros castrados y frustrados por los códigos capitalistas, nos referimos al que produce la interrogante desde la humildad, la que haga posible la otra cultura.

Este libro es un comprimido de las muchísimas conversas ocurridas en el marco del primer encuentro mundial de los ignorares, iniciado el año del cayapo, y su objetivo es continuar promoviendo esas conversas por todos los medios a su alcance.

Estamos en tiempo de revolución y la mitad de la calle es el lugar exacto de este decir.

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