lunes, 7 de febrero de 2011

El ser colectivo no apuesta por el suicidio

No es un secreto. La cultura capitalista se desliza por el tobogán que la hará cadáver.

A los objetos y a las palabras se le endilga desde los aparatos de propaganda o transmisión de ideología, el valor de la esencia, aun cuando cada uno sabe en su íntimo ético, la mentira que le hace vacío.

En esencia, el ser colectivo no apuesta por el suicidio, por el contrario, buscamos los mecanismos intelectuales, que nos hagan ver la luz y la oscuridad, como parte de lo mismo.

Las personas que hemos entrado en un proceso ignoraresreflexivo, entendemos que esta tarea no es sólo de nosotros, por lo que nos impera comunicarnos con los otros inmediatos, que son el cuerpo planetario, atravesado de cabo a rabo, por la cultura capitalista en su totalidad.

Al intentar un balance, se nos torna en apariencia intocable, escuela, académico, excelencia, aparato de producción, fábrica, profesor, autoridades; autonomía, ética de la razón, ciencia, cultura, arte, (agregar todo lo demás que se considere deba ser cuestionado) y en lo más cercano nosotros, los familiares y compañeros de trabajo, porque se nos condenaría al cuarto de los leprosos, por decir lo menos; sin embargo, es precisamente lo intocable, por donde hay que empezar. Que se coloque en la claridad de la sabana revolucionaria, todos y cada uno de estos conceptos, todas y cada una de estas relaciones, todas y cada una de estas estructuras, y con toda seguridad, conseguiremos la razón de la palabra hueca e insustancial que le sostiene; permitiendo luego del doloroso llanto que nos produce el cadáver, construir sobre realidades, lo que ha de ser vivo y sano, en condiciones armónicas.

Nos intenciona el poder hurgar en lo hondo, en los recovecos de nuestro ser planetario desangrado por la cultura capitalista, no para la crítica regodeante del remedio calmante en la enfermedad crónica, que en lo irremediable, nos conducirá a la muerte, sino porque es preferible detenerse a rearmar o armar lo distinto, separarse de lo que se sabe y esto, para con un asombro en la mirada, salir a emocionarse con el Universo, en otro modelo de comprensión.

Aun cuando pueda parecer ataque el nacimiento de las nuevas ideas, (por lo de la fuerza de la costumbre) lo que hoy emprendemos, no tiene nada que ver, por lo contrario, es la enorme gana de vivir, la que conduce a liberarnos del pensamiento acartonado, que nos obliga a permanecer en instituciones de funcionalidad inercial, (fábrica, escuela, iglesias, ejércitos, familias, partidos, sindicatos, y gremios de todo signo y género) repitiéndose hasta la saciedad, en planes, horarios, balances, informes, notas de temporalidad espasmódica, pero infinita, con voces muertas; de excelencia, crecimiento, pro competitividad, reingeniería; pero con una inversión en paralelo, para crecimiento personal, autoestima, valoración interior y toda cuanta falsa literatura busca reinsertar a la gente en el aparato productivo; con una mueca por sonrisa, desconociendo que es quieta la alegría de los muertos.

El cadáver de la cultura capitalista, se alimenta cada segundo, con millones de trillones sobre mil trillones de células vivas; a las que convierte en cánceres consumidores de toda otra forma de vida, que habita en este planeta.

La cultura capitalista, se recicla a lo infinito, regurgitándonos como alienados zombies que deambulamos en los templos del comercio mundial.

Condenados estamos desde ya, por las voces del pensamiento muerto, sabemos de lo incontestable de sus monumentales argumentos, sobradamente demostrables, en grave error, incurre quien piense confrontarse con lo estático. No es esa nuestra intención. Quien aún es sensación y mirada, comprenderá.

Nos hemos decidido a pensar y a comprender desde lo más íntimo, no tenemos seguridad de a donde vamos, sólo hay certeza del partir, lo demás es la vida.

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