lunes, 7 de febrero de 2011

Con su ética jamás construyeron país

Señores de la empresa superproductiva, de la información desinformante, dictadores de la iglesia, acomodados diputados, dogmáticos de partidos, amorfos gobernantes, políticos acéfalos, militares, agentes policiales institucionales-represivos, reproducidos intelectualesloros seudoeuropeos, seudojaponeses, seudogringos, seudonada, cuadrados académicos, aislados y nebulosos universitarios, integrantes y dueños de gremios y géneros y raza y colores y mujeres y hombres indios o indígenas, todos productores consumidores extremados en la angustia, pedidores de más productividad sin saber qué, ni cómo, ni cuándo, ni con qué, en fin señores sindicalistas, levanta manos de señores empresarios y viceversa.

Todos ustedes, (nosotros) dueños y esclavos modernos, individuos e individuas con o sin conciencia, de los acontecimientos, en plena globalización o muerte de la cultura capitalista, les avisamos que es con la venia de ustedes, e independiente de ustedes, que está ocurriendo la revolución, en la cual participan denodadamente, unos por cambiar y otros porque no ocurra el cambio, pero defiendan lo que defiendan, estén seguros que su accionar en la revolución, contribuirá como un grano más, como un sudor, como una risa; a perfilar un planeta del que aun no formamos parte; de carne, hueso y sangre, que ha de dolernos como las heridas, no dramático, no cuadrado, no cobarde; ni nominal, de escudo, bandera, himno y fecha patria, de instituciones cascarón; sino ese que nombramos y nos nombra, con alegría o con llanto, pero en pleno, con todos, sus ríos y montañas y lagos y llanos y costa, pleno de otros animales, sintiéndolo caminar en los pies de los juntos, sabiendo que será algo más que positivo o negativo, tuyo o mío, un planeta hecho por todos y sobre todo, para vivir todos sin dueños.

Porque un país o planeta, no debe ser el hato, la mina, la fábrica o la nómina particular, de alguien.



Vengo a bañarme de nosotros

los que cargamos los alambres y las fábricas a cuestas.

Vengo a teñirme de estos colores, de esta risa y de este llanto

toda la vida compartida.

Vengo a escucharnos en los cantos

que nos nombran tal y como somos en lo íntimo

En lo que jamás entregaremos al trabajo esclavo.

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